17 septiembre 2007

10 Les doy mis ojos

Nadie mira a los ojos de nadie, como si nadie de verdad existiera. Excuse me, sin mirar. Sorry, sin el ver el rostro de quien ha de perdonarles. A Londres la camina un ejército de transeúntes con prisa que tiene orden de sólo mirar al frente. Al final se dejan todos los flancos vulnerables: la cintura, el culo, el escote… todo a disposición de estas pocas miradas indómitas. Mirar es gratis (dicen), pero desgasta (digo) al que mira (completo). Ahí va, la feria de muestras de pechos con el mostrador a rebosar, por Oxford Street, Londres, de compras, al descubierto. La leche, la mantequilla, el sexo.

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