18 agosto 2007

Los Junior

Son más fuertes, más rápidos y tienen menos riesgo de sufrir un colapso cardiovascular que yo. Antes eran más pequeños que yo. Fueron niños cuando yo era adolescente. Entonces yo era más rápido y más fuerte que ellos. Ahora ellos son los adolescentes y mi cuerpo ha empezado a envejecer (poco, tampoco quiero dramatizar), con timidez, avergonzándose. El otro día me dijeron que veo menos con el ojo derecho que con el izquierdo, que mi capacidad pulmonar es pobre y que tengo una protusión en el disco que hace que se me duerman los brazos y las piernas. Cuando esos adolescentes eran niños, veía con los dos ojos puntas de alfiler en una chatarrería, cruzaba buceando una piscina y el disco… qué diablos era entonces el disco. Hoy ellos son más fuertes, más rápidos y tienen menos riesgo que yo de sufrir una arritmia. Tienen los abdominales marcados y yo un vientre acomodado, su punto de agotamiento está alejado de la primera gota de sudor y el mío linda con la zona del cerebro que ordena acelerar el paso. Ellos son más jóvenes, más rápidos, más fuertes, más sanos y ven mejor que yo con el ojo derecho. Además, son la constatación de que ya nunca seré jugador de la selección española de baloncesto; como Contador, de mi edad, es la muestra de que nunca ganaré el Tour; como Casillas fue en su día la evidencia de que yo nunca jugaría en el Real Madrid; como la concesión del Nobel a algún coetáneo y compatriota dentro de cincuenta años vendrá a decirme que nunca escribí aquel libro. Envejecer, más que perder visión en un ojo o riego en los brazos, es ir descartando sueños. Los sueños de Tourmalet y cambio Pinarello y Claudio Chiapucci y Gianni Bugno y Tony Rominger a la espalda, con la lengua fuera, perdiendo minutos por el sumidero de la pájara viendo cómo se escapaba Javier Gómez, con siete años, dentro del maillot amarillo de Miguel Induráin, un sábado de julio, por la tarde, en bañador, volando con la imaginación en la etapa reina mientras en La Primera ponían anuncios. Entonces, los que hoy son más fuertes que yo, lactaban.

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