Por Navidad

La Navidad es un niño desnudo manchado de líquido amniótico al que se le pegan briznas de paja en la piel tierna. Y una madre joven rota de dolor y de frío a la intemperie del desamparo y de la Historia. Y un padre que no termina de creerse y los romanos, y un buey, y un pastor, y otro pastor, y la mula.
Y vacaciones en Sri Lanka. Y la ola.
Y frío en la sacristía disfrazado de rey mago con diez años, sin comprender por qué Miguel y Ángel no se habían pedido ser el negro… quizá no habían previsto que llevarían unas barbas tan cutres.
Y Mohamed Al Fayet y la tarjeta metálica y cuatro centuriones por cada cien mil clientes de American Express.
Y los hijos de Felipe, que seguían siendo niños el primer año que yo dejé de serlo.
Y la Universidad, y las borracheras de mucho pis y mucho frío.
Y la madre depresiva de Irene, que se suicidó un día 23.
Y el abrazo que me dio mi madre en la cocina el año en que la suerte no nos quiso nada.
Y la teta de Sabrina.
Y la fiesta del colegio en que me tocó compartir fanta con Aguedita, la mocos, y no bebí y ella eructó.
Y un teletipo,
y una nevada,
y un partido, que era pachanga,
y el colegio, y el instituto,
y aquel año que no aprobé matemáticas.