18 noviembre 2007

Inequívoco, antropológico e irreversible y reversible

Ayer no pude seguir actualizando El Jardín en Valencia porque un homosexual con pinta de francés, o un francés con pinta de homosexual, me levantó el ordenador cuando salí a fumar. Además, tuve trabajo, porque los informativos no se hacen solos.
Los científicos hablaron, lo hicieron con una voz y, lo que es más importante, con el respaldo de 130 naciones. Aprobaron un texto de consenso, de consenso científico, no político. Pachauri, el premio nobel real del medioambiente, y Ban Ki-moon, por lo que se ve el primer líder de la ONU con un compromiso cierto con el planeta, dejaron clarísimo que paluegoestarde, que dentro de ocho años las emisiones de gases efecto invernadero tienen que descender, que la humanidad deshumanizada por la industrialización es culpable y que los efectos, en el mejor de los escenarios posibles, durarán siglos.
Vayamos por partes:
-Toque a los países en vías de desarrollo: Uno de los grandes problemas de Kyoto (pensemos que es un protocolo ratificado por todos y que se cumple...) es que deja vía libre a los países en desarrollo para contaminar sin cortapisas. El razonamiento es sencillo:
1) Mi gente tiene que comer.
2) Para eso necesito generar riqueza.
3) Para eso necesito fábricas.
4) Resulta que el beneficio más inmediato es altamente contaminante.
5)No hay problema, cuando sea tan rico como los que ya lo son, me preocuparé del medioambiente.
El punto de vista tiene su lógica y responde a un principio de equidad rapaz: si los que ahora son ricos lo son porque contaminan desde 1850, con qué autoridad moral pueden decirnos ahora que no hagamos nosotros lo mismo (China, la India o Brasil). Hay una razón: ya no es admisible. Las reglas del juego han cambiado, no podemos tropezar todos en la misma piedra. Por supuesto, no se puede establecer el mismo patrón a los países en desarrollo que el que nos estamos aplicando (teóricamente) en Europa o en Florida o el que (esperemos) se aplicará EEUU en su conjunto a partir de 2012. El principio de equidad seguirá presente, pero, ojo, en 2015 las naciones en desarrollo tendrán que congelar el crecimiento de sus emisiones; nosotros tendremos que revertirlas drásticamente. De hecho, Europa, al menos en teoría, lo estará haciendo antes de esa fecha si de verdad pretende llegar a los objetivos fijados por la Unión en 2020 (de los que cada día España se aleja más).
EEUU y China: Después de que se tirase de la lengua de Pachauri varias veces durante la rueda de prensa con el anzuelo de Bush y se obtuviese sólo silencio de científico, Ki-moon toma la palabra por iniciativa propia y da el primer golpe en la mesa de negociaciones de Bali: "EEUU y China pueden y deben liderar este cambio". Nunca antes habían recibido un mensaje tan rotundo de un líder de la ONU. ¿Será el cese de la connivencia de las Naciones Unidas con dos de sus miembros vetadores o sólo es voracidad de primerizo?
Pleno monográfico: Otro dato sobre Ki-moon: Avanza que en febrero, "seguramente sea febrero", dijo, la ONU celebrará un pleno monográfico en su sede central, New York, New York, sobre el cambio climático. Dicho con grandilocuencia de líder mundial, "el gran reto de nuestra era".
¿Qué esperamos de Bali?: El mensaje más claro que se dio ayer en Valencia: "Los científicos han hablado, ahora es el turno de los políticos, y me encargaré personalmente de instarles a que tomen decisiones de calado", B.K.
A los políticos les toca hablar dentro de dos semanas en Bali. Bali será el nuevo Kioto, el acuerdo mundial para afrontar el momento clave en la lucha contra el cambio climático, esto es, lo que viene después de 2012. La cumbre de Bali es la cita más importante del año y el acuerdo tiene que estar cerrado y ratificado por todos en 2009, tres años antes de su entrada en vigor. La cumbre viene con retraso, pero es un retraso esperanzador; se decidió posponerla para conocer el informe que ayer se presentó en Valencia (que será la única guía para los políticos en esa cumbre), y el informe no puede ser más rotundo ni más duro. Se dice que el momento es ya y que existen los medios necesarios para atajar el problema. Lo único que faltan son las voluntades: la política, desde luego, y la ciudadana, acostumbradísima a cobijarse tras la desazonadora política. Se acabaron las treguas.
Lo que le viene a España: Estamos en una de las zonas más sensibles, esto ya se sabía. Una de las ambiciones más claras de la delegación española era que el informe reflejase en su resumen que España y la cuenca mediterránea corren un riesgo muy alto de desertización y sequías (para el último tercio del siglo XXI el descenso de las precipitaciones en la zona será de entre un 20 y 40%; multiplicación de sequías, incendios e inundaciones, que encontrarán en los terrenos áridos el mejor aliado posible para las riadas). El objetivo no se ha conseguido, o se ha conseguido a medias. Finalmente, en el resumen hay una llamada al pie que remite al informe largo en donde sí constará el gráfico de las desventuras de la cuenca mediterránea. Con todo y con eso, y siendo uno de los países que siempre sonríe en la foto, y que lucha en foros internacionales y se pone de ejemplo en materia de renovables (es cierto que somos la tercera potencia mundial en esta energía, pero también que dependemos fundamentalmente de térmicas y carbón) y ecología política, seguimos siendo los peores de Europa en reducción de emisiones. El año pasado se consiguió contaminar menos que el anterior, pero este año, según la organización Worldwatch, que es la única fiable con datos anticipados al respecto, España volverá a aumentar sus emisiones, aproximadamente en un 1%. El dato es alarmante y significa un fracaso sin paliativos en las políticas de medioambiente.
Así que: Lo de ayer era un paso necesario y se dio en la dirección correcta. Hubo dureza y hubo optimismo. Pero es una paso que corre el mismo riesgo que han corrido los pasos anteriores, el de caerse en el vacío del facto. Lo único que ha cambiado es la urgencia; con el planeta respirándonos en la nuca es cada día más difícil mirar hacia otro lado. Sabemos que es un asunto que nos lanza un órdago a todos, y que si hay una fisura en el monocasco de la delicada negociación internacional el barco hará aguas en pocas generaciones. Lo tenemos delante y no se nos puede decir más claro, pero confiar en lo que salga de Bali dentro de dos semanas es un ejercicio de voluntad ufana. La cadena se puede romper dentro de dos semanas o se puede romper más tarde. Lo más probable es que ocurra más tarde y que en Bali veamos cómo se dejan algunos cabos sueltos que se irán cerrando a lo largo de 2008, algunos firmantes que no ratifiquen todavía y algunos escépticos que aleguen motivos humanitarios para seguir con una industrialización omnívora e insostenible.
Quizá nos sorprenda EEUU y no ponga demasiados reparos y todo sean sonrisas y abandere el proyecto, pero con cuidado de no dejarse los dedos en las teclas del piano, no vaya a ser que se cierre la tapa de repente. Lo harán y parecerán encantados de haberse descubierto en el espejo el lado ecologista del rostro, pero, no nos engañemos, el papel que desempeñe EEUU en la lucha contra el cambio climático no se va a decidir en Bali, ni en ninguna cumbre internacional. EEUU llegará a Bali con una administración a la que le quedará menos de un año de ejercicio político y con demasiados resquemores en la conciencia como para enfrentarse también a la ONU y a la comunidad internacional y a la ética ecológica del mundo (“es un problema ético”, se cansó de repetir ayer Pachauri) respecto al cambio climático. El papel de EEUU en las políticas de medioambiente lo van a decidir los arquitectos de programas en términos de rentabilidad electoral en la campaña de las presidenciales del año que viene. Esperemos que el mercado electoral estadounidense sepa autorregularse a tiempo y que la retirada de Irak y la guerra contra el terrorismo no conviertan a Obama o Hilary y quien sea el del otro lado en una reedición de Bush y Kerry, dos candidatos que aspiraron a la presidencia vestidos de camuflaje.
Por su lado, China, la India y Brasil, que son las tres banderas visibles del desarrollo contaminante, pero no las únicas, intentarán durante el próximo año ponerle precio a su ecologismo. Estarán de acuerdo en el fin, la reducción de emisiones, pero pedirán algo a cambio: la equidad entrará aquí en juego como arma principal del debate y tendrán que verse compensados con inversiones internacionales en materia de renovables, algo que no sabemos hasta dónde va a convencer a Europa y EEUU, que ven en China y la India el fin de sus días dorados.
Pero el camino más difícil aún estará por llegar, el de pasar de las palabras, escritas, firmadas y ratificadas, a los hechos, mensurables y mensurados. En 2012 puede que tengamos entre manos un texto ambicioso, más de lo que lo es Kyoto, desde luego, y con mayor quorum internacional, pero no servirá de nada si sus objetivos no se cumplen o si el incumplimiento no conlleva sanciones severas. El problema de las sanciones radica en que en el mercado del carbono todos somos policías, y hasta la fecha no se conoce una respuesta contundente para los países que, como España, han aplaudido, firmado y ratificado Kyoto pero están a años luz de cumplirlo.
El mercado del carbono es otro de los asuntos a resolver y de los que se hablará en profundidad en Bali. El precio de la tonelada en España ha pasado este año de más de 27 euros a costar 7 céntimos. Así la contaminación sale rentable. El representante de la Organización Meteorológica Mundial señaló ayer el camino a seguir en este sentido: “El mercado no se va a autorregular hacia las energías renovables. Hace falta que los estados regulen”, que contaminar salga más caro que no hacerlo y que cada tonelada emitida cuente, que de verdad cuente, y que los que lo tengamos que contar tengamos la decencia de contarlo, porque el planeta nos va en ello, y la salud, y el paisaje, y la biodiversidad y la vida de millones de personas que no han contaminado en su existencia más que lo que respiran, personas que no tienen ni idea de qué es el cambio climático ni de cuántos grados les va a subir la temperatura del aire por encima de la fiebre el día en que se mueran de hambre, de más hambre de la que ya tienen, porque ellos serán, de nuevo lo serán, los más afectados.
Mientras tanto, esperemos ufanos y convencidos a lo que salga de Bali. Esperemos con el optimismo del perdedor, porque nunca antes se habían negociado las políticas contra el cambio climático bajo el amparo del consenso de su existencia y de su origen, la actividad humana. Al menos en Bali nadie podrá refugiarse en el escepticismo.

Perdón por la extensión.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

lo reconozco, no me lo he leído. ¿Me hace esto peor español? ¿Me hace más contaminante? ¿Me podrías hacer un resumen?
tx

El Jardín dijo...

Te hace, sin duda, masoquista. El resumen lo saco en fascículos en RBA. En enero comenzará el bombardeo. El título de la colección es: "Contaminadores del mundo", y serán unas figuritas pintadas a mano.

Maximus dijo...

¿Perdón por la extensión? Gracias por la claridad.