En un club close to Chinatown un domingo por la noche toca un grupo. Way down, leo, y bajo las escaleras. Sólo son versiones, me advierte alguien. En la pared del local leo que toda historia tiene dos versiones y que toda canción acaba teniendo doce. Pienso en al subversión de la versión y en el halo romántico que tienen los artistas subversivos. Comienzan a tocar por rock and roll. Suena The Rolling Stones, Suit home Alabama, Greenday, los Red Hot Chili Pimientos, y más, y más, y mucho más. Qué lejos quedan ahora los cantantes veraniegos de pelvis epilépticas, y los ritmos latinos y el fuking reguetón. Qué pequeňas se ven desde aquí nuestras omnipresentes e insoportables miserias con las que estamos casi obligados a tomarnos los gintonics. Me cago en la lambada y en los gorgoritos y en las patadas voladoras.
10 septiembre 2007
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